Viajar en tren

Hasta hace poco tiempo, viajar en tren era una aventura llena de incógnitas. Podía ser que en tu departamento (si ésta era tu forma de utilizar el tren) coincidieras con una o varias personas amables que te dieran ánimos con su conversación para seguir adelante; o acaso tenías como compañero uno de esos seres antipáticos que hacen incómoda la compañía. Ahora es distinto. La gente se sienta a tu lado sin pronunciar palabra alguna, aunque sean varias las horas del viaje. Lo habitual es aislarse mediante unos aparatos que se colocan en los oídos, lo que permite conversar con quienes se encuentran fuera del departamento del tren, a cientos o a miles de kilómetros de distancia.Todo el trayecto se hace ahora en solitario, si por tal se entiende la falta de convivencia auténtica. Los viajeros se aíslan y cada uno se las arregla como puede.No se conversa, sino que se coexiste vinculado a otras personas lejanas. En el tren ocurre así, y en todas las situaciones en las que antes se convivía.